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El feminismo y la pornografía

Dentro del movimiento feminista, la pornografía ha propiciado un análisis que lejos de ser homogéneo, ha generado un fuerte debate entre sus peligros y el placer. Aunque esta dicotomía se ha llenado de matices, la pornografía comercial explota y violenta a la mujer, pero existen alternativas que no apoyan esta industria y en su lugar, apoyan el empoderamiento de la sexualidad y libre expresión de la mujer dentro de producciones consensuadas.

Dentro del feminismo existen las mujeres que defienden que “La pornografía es la teoría y la violación es la práctica”, refiriéndose a que las producciones son propaganda sexista. De igual forma, se interpreta como el poder dominante masculino como una herramienta de perpetuación: El derecho sexual de los hombres sobre el de las mujeres (Borraz, 2016). Aunque el feminismo luche en contra de la hipersexualizacion de las mujeres y la construcción del deseo en base a la masculinidad hegemónica, el placer y el empoderamiento de la sexualidad femenina es un elemento fundamental de la liberación del estado patriarcal. La producción y consumo de la pornografía debería de ser respetada dentro del movimiento, ya que las mujeres no merecen vivir represión sexual si es que quieren actuar o ver este tipo de contenido. El Autor Rowen Oigen utiliza la frase “No es no, pero sí no es sí” para ejemplificar como el deseo de actuar o consumir contenido pornográfico no siempre es respetado y hasta puede ser mal visto dentro del movimiento. Desde que existe esta complejidad en la manera en la que las mujeres expresan su deseo, comienza el problema de represión.

No obstante, hay que tener presente que la producción de contenido sexual se presta a ser producto de violencia contra la mujer y sin consentimiento de las actrices que aparecen en ellas. Según el artículo 10 de la Ley General de delitos en materia de trata, se penalizará al que se beneficie económicamente de la explotación de una persona mediante el comercio o distribución de cualquier material de contenido sexual (Ley General de delitos en materia de trata, 2020). Esta Ley tiene el propósito de proteger a las mujeres que son forzadas a formar parte de esta industria, sin embargo, no es una ley que actúe universalmente, abriendo nuevamente el debate sobre la seguridad e integridad de las mujeres que estén en esta industria en contra de su propia voluntad (Borraz, 2016).

Por otro lado, la rama feminista “Pro-sex” plantea que no es suficiente alejar a las mujeres de la opresión, si no, más bien, moverse hacia el placer, la autodefinición y la apropiación de su sexualidad. Ellas buscan replantear la pornografía desde una perspectiva diferente a la clásica: Sexualidades no normativas y mujeres en un papel dominante. Las producciones de este tipo están disponibles para las mujeres y hombres que no quieran apoyar la industria clásica. Este movimiento nace para representar sexualmente a las mujeres desde un punto de vista de libre elección (Preciado, 2015).

De esta forma podemos darnos cuenta de que existen alternativas a la industria pornográfica que explota y violenta a las mujeres y que, al contrario, promueven producciones basadas en consentimiento y la ideología que rechaza la opresión sexual. Esto toma vital importancia respecto a la liberación del estado patriarcal desde una práctica hedonista, recalcando que todas estas producciones deben de velar por la seguridad e integridad de las mujeres que las conforman. La pornografía es una industria que es altamente consumida, es por esto que debemos buscar la manera de consumir contenido que apoye ideales feministas y nos acerque hacia la liberación de género.


Referencias:

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Juliana Padilla

Juliana es la cantante y artista del 403. Siempre la verás cantando y bailando por los pasillos. Además, lleva el feminismo impregnado en el corazón. Su meta es mover a las personas a través del arte y hacer un cambio en la sociedad a partir de notas musicales, movimiento y poesía.

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